Facultad de Ciencias Sociales, administrativas y Económicas FUCS
jueves, 15 de marzo de 2012
martes, 28 de febrero de 2012
TABÚ Y EDUCACIÓN LOS ORÍGENES DE LA MEDIOCRIDAD ADAPTATIVA VOLUNTARIA
TABÚ Y EDUCACIÓN
LOS ORÍGENES DE LA MEDIOCRIDAD
ADAPTATIVA VOLUNTARIA
Resumen
El
artículo presenta un análisis acerca de la dificultad que muchas personas,
pertenecientes a instituciones educativas, tienen para pensar y analizar
reflexivamente la realidad. Por medio de un recorrido por los orígenes del
pensamiento, el autor expone el concepto de mediocridad adaptativa voluntaria
como una “enfermedad”, que se contagia por prácticas sustentadas socialmente en
diferentes contextos, y la propone como una forma facilista de regresar al
vientre materno, donde todo era gratuito y no se percibía el estado de
necesidad.
Abstract
The article presents an
analysis about the difficulty that many people, belonging to educational
institutions, have for to think and to analyze thoughtfully the reality. Through the study of the origins of the
thought, the author exposes the concept of voluntary adaptive mediocrity as an
"illness”, which is infected for practices supported socially in different
contexts, and he proposes it like an easy form to return to the maternal womb,
where all was free and not perceived the state of need.
Palabras Claves: Tabú, pensamiento, mediocridad.
INTRODUCCIÓN
En un mundo donde el tiempo para pensar ha perdido su valor
fundamental, y en donde las ligazones que lo ataban a la utilidad se han
diluido a cuenta de teorías y paradigmas unívocos y condenatorios, no es de
extrañar que ya no nos tomemos el tiempo para reflexionar y analizar. Cualquier
construcción más allá de los límites, y que exija por lo mínimo un instante de
reflexión, queda condenada a las clasificaciones postmodernistas que no dicen
nada, y estratificada en niveles que cada persona, en su interior, considera
inalcanzables e inentendibles.
Es esta una situación tan cómoda que hasta pasa desapercibida, es
más fácil para alguien decir “no entiendo”, que consagrar su ánimo y sus
energías en la comprensión y utilización del pensamiento; pero al mismo tiempo,
es tan bien vista y tan aceptada esta no utilización de las capacidades, que a
veces hasta los mismos maestros premian tales conductas y se insertan en el
círculo económico y relajado del no enseñar a pensar.
Por eso, mediante el recorrido por los orígenes y necesidades que
promovieron el desarrollo del pensamiento y su asociación con la capacidad
prohibitiva del Tabú, nos insertaremos en ciertas dinámicas educativas actuales
que lo sustentan, y veremos cómo para algunos grupos de personas es prohibido
pensar; analizaremos también las ganancias secundarias de esa nueva estructura
clínica pululante en las aulas: “la mediocridad adaptativa voluntaria”, las
situaciones que refuerzan y posibilitan su contagio, y los resultados
evolutivos a los que han conducido generaciones y generaciones de contagiados.
Iniciemos pues el recorrido desde el pensamiento.
LA NECESIDAD DE PENSAR
Son innumerables los autores que definen al pensamiento como una
de las formas de adaptación y desarrollo más especializadas del ser humano,
algunos aseguran que lo que nos diferencia de los animales es esa capacidad de
reflexionar y analizar situaciones, incluso sin estar físicamente en ellas. Es
tanto el volumen y el peso de nuestra neo-corteza cerebral, en comparación con
nuestro cuerpo, que en un tiempo se asoció el tamaño del cráneo con la
inteligencia del sujeto. En fin, por siglos y siglos la humanidad se ha
vanagloriado de su posibilidad de “pensar” que hoy parece increíble la
observación de que en ciertos grupos, y en ciertas circunstancias vitales para
el desarrollo, está cayendo en desuso aceleradamente. Insertémonos entonces en
los orígenes y veamos cómo surge la necesidad de pensar.
Cuando nacemos, pasamos de un estado de grata pasividad uterina a
un seco mundo de luz que no nos provee lo necesario sin realizar alguna acción.
En el vientre materno todo funciona automáticamente y los mecanismos corporales
conectados al cordón umbilical se encargan de alimentar, nutrir y evacuar al
instante, evitando que el sujeto perciba alguna sensación desagradable. En el
mundo de afuera, ya no estamos conectados a una madre dispensadora y
gratificante por demás, sino que la tenemos que ganar; mediante llamados en
llanto, pataletas y ruidos debemos hacer que el dispensador de placer regrese a
nosotros a atender las necesidades, solo así aseguraremos la supervivencia.
Cuando algunas capas de neuronas ya se han mielinizado, es decir,
transmiten y se conectan con otras más rápido, estamos preparados para empezar
a desarrollar el potencial del pensamiento; estamos preparados para pensar, y
la circunstancia que activa el funcionamiento es la “necesidad”.
El lapso de tiempo entre el llanto del bebé y la llegada de la
madre es muy variable, a veces la madre está muy cerca y dispuesta, otras veces
está lejos o cansada, lo cierto es que en ese instante que se demora en atender
la necesidad del bebé para que no llore más, al niño le toca recurrir a la “satisfacción
imaginativa del objeto”, o sea, debe imaginarse que ya llegó y que ya se
calmó, evitando la angustia y el displacer (Winnicott, 1949).
Vemos entonces cómo uno de los primeros procesos es el Pensamiento Imaginativo, la
creación de imágenes mentales que sirven a la adaptación del sujeto a un mundo
gratificante que a veces lo premia, a un mundo indiferente que a veces se
demora, y a un mundo negligente que a veces no lo hace.
Es entonces el advenimiento de una frustración y el apremio de la
realidad lo que nos mueve, en un principio, a utilizar las capacidades
adquiridas biológicamente, para obtener frutos en la vida real. Es así como
poco a poco, a lo largo del desarrollo, el pensamiento imaginativo se va
combinando con la formación de conceptos.
Algunos maestros intentan despertar en el estudiante el gusto por
la reflexión y la crítica utilizando la
dosificación controlada de frustraciones y castigos, pero ni así ven
resultados, y es masivo el problema, lo que requiere un análisis más cultural y
social, además de revisar el concepto de aprendizaje y de educación actual,
pues aún hoy se encuentran prácticas educativas en donde no se tiene en cuenta
la posibilidad del pensamiento, sino la operación y abuso de la memoria. La
acumulación de información es necesaria para funcionar bajo hipótesis
correctas, pero no supone un desarrollo en sí mismo el hecho absorber
información del medio, y devolverla cuando la pidan, si no es atravesada por un
procesamiento y juicio crítico.
Al parecer, vivimos en un sistema
de pensamiento tal, que los que se atrevieran a objetar algo quedan
inmediatamente sometidos a una interpretación totalitaria y separatista. En
lugar de existir argumentos y discutir razonamientos se reduce el pensamiento y
el aprendizaje a un “juicio de pertenencia al otro”, es decir, a una
acumulación sistemática de datos repetidos de memoria, que solo implica
aceptación pasiva y adherencia. (Zuleta, 1994).
Analicemos entonces qué es
lo que podría estar inhibiendo el despliegue de las funciones psíquicas
superiores en grupos de estudiantes en la actualidad.
PENSAMIENTO Y TABÚ
Tabú es una palabra polinesia que por un lado significa “sagrado y
santificado”, y por otro, “ominoso, peligroso, prohibido e impuro”; que implica
horror sagrado y prohíbe por sí mismo, es decir, que sus prohibiciones carecen
de toda fundamentación y son de origen desconocido. La potencia del tabú es
entonces que parece cosa natural, indubitable y necesaria para vivir
correctamente.
Para comprender cómo se está
insertando la prohibición en algunos círculos universitarios y académicos en
necesario que analicemos las dinámicas y las exigencias que tienen hoy los
jóvenes.
Vivimos en una era de interactividad
e imágenes, los grandes oráculos responden haciendo un “clic”, y poco a poco se
va sintiendo cómo, en el imaginario de la gente, se empiezan a oponer dos
competencias del aprendizaje y la vida: por un lado está la competencia
sensitiva inmediata que es estimulante y placentera (pensamiento imaginativo);
por otro lado está lo analítico y reflexivo que es demandante y exige más
tiempo (conceptos y metacognición).
Padres y profesores discuten cómo
algunos jóvenes sobrecargan su capacidad de procesamiento realizando varias
labores al mismo tiempo, y eligen pensar en imágenes interactivas y
estimulantes para todos los sentidos, por lo que volver a lo reflexivo y
analítico podría parecerles aburrido y complicado.
La facilidad de acceso e
inmediatez de las respuestas ha empezado a crear un círculo veloz en donde la
reflexión profunda queda afuera, y el tiempo que se tomaba antes para llegar a
ella, es hoy tiempo libre que debe ser llenado con más acciones.
Los padres hacen que los niños saturen sus vacaciones de cosas y
cosas para que “hagan algo”; algunos maestros, viendo la llegada de una semana
libre se apresuran a poner trabajos y tareas, para que “hagan algo”. Pero
¿acaso esto hace pensar a los jóvenes realmente?, o más bien se configura como
una persecución al tiempo libre. Pensar es una actividad compleja, que exige
tiempo y circunstancias externas muy propicias.
Ya casi no se permite analizar, un
tiempo de silencio y quietud es fácilmente interpretado como pereza u ocio: en
muchos contextos, reforzados desde la familia y el colegio se condena el “no
hacer” y se cae por inercia en un activismo automático, y sin sentido, de
“hacer” para salir del aburrimiento. Padres de familia, profesores, compañeros
de trabajo, medios de comunicación y la sociedad en general sacralizan el
activismo consumista y convencen a las masas de que demorarse un poco pensando
es reflejo de pereza e inactividad; en ningún momento asocian la reflexión con
generación de pensamiento ni con actividad mental productiva. Por eso pensar ha
pasado a un segundo plano, porque exige tiempo, concentración y voluntad; ha
caído vencido, y se ha escindido indiscutiblemente del sentir.
Este imperio de los sentidos ha
subrayado su papel en los últimos tiempos, y si bien la competencia sensitiva
es esencial para el futuro, no se debe dejar de lado ni lo sensorial
estimulante, ni lo analítico reflexivo; en la correcta combinación de estos dos
tipos de procesamiento mental, puede residir el éxito académico y laboral.
El éxito social es otro asunto que
debe ser analizado teniendo en cuenta la coyuntura social y el medio ambiente
en que se mueven los sujetos, pues es bien sabido que en algunos círculos
estudiantiles se sustenta la idea de que el que reflexiona y responde
académicamente, es un ñoño aburrido y solitario.
Sin duda pueden existir casos en que esto sea así, pues los
consensos sociales son poderosos por ser reflejos, un poco caricaturizados, de la realidad, pero lo
cierto es que este estigma, impuesto socialmente al estudioso, puede estar
inhibiendo el desempeño de muchos jóvenes, que queriendo pertenecer a un grupo
social grande para ser aceptados y reconocidos en su medio, eligen ser o
parecer vagos, en detrimento de la capacidad de pensar y analizar.
Estamos ahora frente a las dos expresiones Tabú, de la prohibición
de pensar: no hacerlo porque es sagrado, elevadísimo, reservado para grandes
sabios, e inaccesible para simples legos como nosotros. Por otro lado, no
hacerlo porque es prohibido ser un ñoño, es malo aparecer de lado del
profesor, es peligroso que grupos
sociales vean que estoy leyendo con interés, lo que ellos denigran como
inservible.
Semejantes representaciones solo llevan a un resultado:
LA MEDIOCRIDAD COMO ENFERMEDAD SOCIAL
El fruto de la prohibición es entonces la inhibición voluntaria de
las capacidades del pensamiento, hacer más “play” y aceptable socialmente al
vago que al que no lo es. En palabras de Kant (1785), nos enfrentamos a una
falta de decisión y valor para servirnos por nosotros mismos del pensamiento,
sin necesitar la guía de otro
Por eso, vemos con tristeza cómo
la pereza y la cobardía de una gran parte de los hombres hace que se acomoden a
lo que les dicen y les dan. Es tan cómodo ser un niño en la cuna a quien le dan
todo sin hacer nada. Si tengo un libro que piensa por mí, un profesor que me
dice que pensar del libro, un amigo que me dice que pensar del profesor, un
director espiritual que reemplaza mi conciencia moral, entonces no necesito
esforzarme. Si puedo pagar, no tengo necesidad de pensar: otro asumirá por mí
tan fastidiosa tarea.
En algunos círculos, se anhela una
vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte; por lo
tanto también sin carencias y sin deseo. Un océano de mermelada sagrada. En vez
de desear un sociedad en donde sea realizable y necesario pensar y trabajar
arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades deseamos un mundo de
satisfacción, una monstruosa sala-cuna de abundancia pasivamente recibida.
(Zuleta, 1994).
He aquí que deseamos habernos
quedado en esas etapas iniciales del desarrollo en donde solo existíamos y ya
teníamos lo que queríamos; sin esfuerzo, sin llanto, sin pensamiento. Otras
personas se han quedado solo en el “llanto”, esperando que con eso venga la
mamá dispensador, o el profesor calificador a dar sin más.
A veces parecemos animales
domésticos entontecidos, que no nos procuramos ni un paso sin las andaderas que
voluntariamente hemos aceptado por comodidad. Hasta Kant (1784) escuchaba
exclamar por doquier: ¡No razonéis! El profesor dice: ¡no pregunte, copie! El
oficial dice: ¡No razone, adiéstrese! El funcionario de hacienda dice: ¡No
razone, pague! Y el sacerdote dice: ¡No razone, tenga fe!
Sí, definitivamente es más fácil y
tranquilizante vegetar en la comodidad de los dogmas y las doctrinas que solo
requieren memoria. La comodidad del no pensar, consiste en la supresión de la
indecisión y la duda. Esta peligrosa quimera se basa en palabras sagradas,
infalibles, incuestionables y cerradas que ahorran la angustia y el vértigo de
las preguntas. Pero entonces ¿aquella evolución y diferenciación que tanto
hacemos con los animales es solo una ficción antropocentrista?
Cualquier perro, con los refuerzos
adecuados es capaz de hacer lo que el entrenador le mande, cualquier alumno es
susceptible de repetir lo que su maestro le diga. Ese es el paraíso de la
facilidad, buscar un amo que nos haga su vasallo, anhelar o esperar el
encuentro de alguien que nos libere de una vez y nos encadene a la seguridad de
evitar la angustia de la razón.
Este es entonces el panorama de
ciertos grupos humanos, que al generar prácticas sociales específicas para
sustentar modos de vida particulares, han esparcido la semilla de la
mediocridad facilista, la cultura del atajo, y condicionado que hoy se vulnere el sistema educativo desde muchos
lados. La realidad de la Mediocridad Adaptativa Voluntaria nos toca
diariamente, pues nunca una enfermedad había garantizado tantas ganancias secundarias: éxito social en algunos
círculos, y pasar por la vida sin esfuerzo; Por fin nos inventamos la forma de
volver al anhelado vientre materno, a costa de nuestra humanidad.
REFERENCIAS
Kant, E. (1784): Respuesta a la
pregunta: ¿Qué es la ilustración?
Winnicott, D. (1949): La
preocupación maternal primaria. Escritos de pediatría.
Paidós.
Buenos Aires
Zuleta, E. (1994): Elogio de la
dificultad. Fundación Estanislao Zuleta. Bogotá
HOMBRES, MUJERES Y DIFICULTADES EMOCIONALES
La labor del psicólogo clínico en
las universidades implica buscar las respuestas a muchos interrogantes acerca
del funcionamiento mental de los seres humanos. Tal cosa encierra, desde
motivar a los pacientes para que escarben en lo más profundo de sus almas,
soportando y entendiendo el dolor que ello produce, hasta estudiar
estadísticamente las variables poblacionales de años ya pasados en contraste
con los de la actualidad.
Por eso, este artículo se propone
extraer, de los datos y la corroboración con la teoría científica, algunas de
las respuestas necesarias para que se comprenda mejor al ser humano que habita una
universidad privada en Bogotá. El recorrido propuesto es entonces visualizar el
comportamiento histórico de los motivos de consulta, desde 1995 hasta el 2007,
y asociar los resultados con la edad y
el género de las personas que asistieron al Servicio de Asesoría Psicológica
desde aquel entonces, hasta hoy.
Lo que más llama la atención es
que de los 1390 pacientes atendidos en estos 12 años, 574 lo hicieron por
reportar “dificultades emocionales”, y otros 286 lo hicieron por tener
“conflictos de pareja”, lo que en últimas implica serios desajustes a nivel
emocional para estas 650 personas. Estos datos nos enfrentan a la realidad de
que el 62% de los asistentes al Servicio lo hicieron por haberse quedado sin
herramientas para afrontar el gran reto que supone estar con el otro de manera
armónica y placentera.
Para sumarle un poco de
complejidad al asunto, los datos muestran que de todas estas personas, el
60% son mujeres, y el 40% son hombres,
lo que nos enfrenta a la pregunta de por qué “ellas” demandan más servicio de
psicología que “ellos”.
Indagando en busca de respuestas
se descubrió que el 85% de los usuarios
del servicio, en los doce años analizados, son adolescentes y adultos jóvenes,
es decir, se encuentran entre los 17 y los 28 años, lo que supone un análisis en
varios niveles. Desde las bases biológicas evolutivas de la especie a la
sofisticación de lo médico y neurológico; desde la perspectiva de la
complementariedad femenina y masculina, hasta los condicionamientos culturales
de cada sociedad. Veamos ahora cada una
de las implicaciones para encontrar las respuestas a las aparentes diferencias
en los datos.
Mujer y Hombre: palabra Vs. Fuerza
La sabiduría popular, voz de los dioses del tiempo,
reconoce unas cuantas diferencias sobre algunos aspectos entre hombres y
mujeres, entre ellos se puede mencionar el hecho de que los hombres no hablan
mucho de lo que les pasa. Según Sinay (s.f.), son pocas las preguntas que abruman
y sofocan a un hombre. En cambio, a las mujeres les queda muy fácil preguntar
“¿qué te pasa?”. Como contraparte, los hombres suelen contestar con una de las
respuestas que despierta más impotencia y rabia en las mujeres: “nada o no sé”.
Se puede observar en la vida cotidiana que las mujeres
se interesan mucho más por estados emocionales que los hombres; esto no quiere
decir que a los hombres nunca les pase nada, al responder de ésta forma
probablemente no están diciendo la verdad, aunque ello no significa que ocultan
la respuesta a propósito.
Estos aspectos diferenciales se pueden relacionar
concretamente con un estado emocional como el “estrés”, ya que una de las
mayores diferencias entre hombres y mujeres es la forma de enfrentar el estrés.
Los hombres suelen concentrarse en sí mismos y se apartan cada vez más, en
cambio las mujeres se sienten cada vez más abrumadas e involucradas
emocionalmente. En tales momentos, la necesidad de sentirse bien de un hombre
es diferente de la de la mujer. Él se siente mejor resolviendo los problemas y
ellas se sienten mejor hablando de ellos (Gray 1992).
Sinay (et. al.), propone dos posibles orígenes a estos
aspectos diferenciadores, y para su explicación se remonta hasta los orígenes
de nuestra especie.
“Cuando la
palabra no existía y los seres humanos nos comunicábamos a través de las
acciones corporales, la mayor masa muscular, el mayor desarrollo físico, la
mayor fuerza de los hombres les permitía ser dueños de la “palabra”. Cuando, el
lenguaje verbal apareció, la palabra se instaló entre nosotros, las mujeres
descubrieron que el lenguaje ingresaba en un estadio en el cual no era
necesario ser más fuertes, más grandes ni más resistentes. Ellas desarrollaron
la palabra en toda su profundidad y extensión, le dieron un valor especial. El
lenguaje de la mujer se hizo amplio y abarcador, y, sobre todo, afectivo. Es
decir, incluyó emociones, sensaciones, deseos y pensamientos”.
Resulta innegable que desde esta premisa la diferencia
entre hombres y mujeres es insalvable, veamos entonces cómo, desde la misma
perspectiva, la explicación puede ser un poco más psicológica.
“Para cumplir con el papel de proveedores,
productores, protectores y competidores eficaces, los hombres aprendieron (o
fueron entrenados) a disociarse de su interioridad: sensaciones, sentimientos,
pensamientos abstractos. Todo eso distrae, “debilita”, es “blando”. Los hace
vulnerables. Es, en fin, “cosa de mujeres”. Al cabo de varias generaciones, los
hombres acabaron por desconocer ese espacio de ellos mismos por ignorar las
palabras con las cuales describirlo o transmitirlo. Carecieron (y aún carecen)
de modelos propios en aspectos, es decir, modelos transmitidos por otros varones
a lo largo de su formación”.
La consulta y el tratamiento psicológico se basan
única y exclusivamente en el lenguaje, en la palabra; con lo cual se puede explicar
que sean más las mujeres que acuden al Servicio de Asesoría Psicológica. El
secreto, según los evolucionistas está en el componente de manejo y uso de la
palabra para poder expresar las emociones, sensaciones o conflictos a nivel
interno. A los hombres, a pesar de no poseer dicha habilidad como las mujeres,
también los inhibe de acudir a consulta psicológica el hecho de sentirse
vulnerables, débiles y blandos.
Cuando un hombre se siente perturbado nunca habla de
lo que le está molestando. Es muy poco probable que haga que otro hombre cargue
con su problema, a menos que la asistencia de su amigo resultase necesaria para
darle solución a su problema. Por el contrario, se torna muy silencioso y se
mete en su cueva privada para pensar en su problema y meditar a fin de
descubrir una solución. Cuando la encuentra, se siente mucho mejor y sale de su
cueva (Gray 1992).
Esta visión logra abarcar algunas de las cualidades
más predominantes para hombre y mujeres. Sin embargo, es posible entender el
problema que nos convoca desde otras miradas, que poco a poco, van
estructurando respuestas más adecuadas.
Cerebro Masculino y Cerebro Femenino
A pesar de que son muchísimos los aspectos que diferencian
a los hombres de las mujeres, la ciencia médica, en ocasiones, ha llegado a
tratar a las mujeres como si fueran hombres más pequeños, a veces sin darse
cuenta de que el sexo confiere muchas más diferencias que las relacionadas con
la reproducción. Al contrario de la premisa feminista de que la mujer puede
hacer todo lo que el hombre hace, la ciencia actual está demostrando que las
mujeres pueden hacer algunas cosas mejor, y que poseen muchas ventajas
biológicas y cognitivas sobre los hombres (Sagan 1998).
Sagan, (1998) refiere que una de las diferencias menos
visibles, aunque con un aspecto teórico importante, es la diferencia de tamaño
de las conexiones entre los dos hemisferios cerebrales, siendo en la mujeres
más amplias que en los hombres, con lo que se da a entender que los hemisferios
de las mujeres son menos especializados: con esto se supone que un golpe que
lesione el lado izquierdo del cerebro hace que el hombre pierda casi totalmente
su capacidad de habla, mientras que en la mujer, el mismo daño cerebral es
mucho menos perjudicial, puesto que utiliza ambos lados para el lenguaje.
En este sentido, la discusión se abre en torno a qué
es lo que diferencia cognitivamente la forma de respuesta de hombres y mujeres,
ante los problemas psicológicos, pero esta perspectiva profundiza es en las
diferentes vías de resolución, lo que desvía un poco el camino de encontrar que
hombres y mujeres puedan acudir al Servicio de Asesoría Psicológica por igual,
en pro de conocimiento de ellos mismos.
Ánima y Ánimus: Complemento Hombre – Mujer
Jung, psiquiatra de inicios del
siglo XIX, sostenía la idea
controvertida de que todos tenemos cualidades masculinas y femeninas, y que las
personas totalmente desarrolladas de cada sexo, asumen las cualidades opuestas
para integrarlas en sí mismo y expresarlas en su comportamiento.
El ánima es el aspecto femenino presente en el inconsciente
colectivo de los hombres, asociada con
la emocionalidad profunda y con la fuerza de la vida misma y el ánimus
es el aspecto masculino presente en el inconsciente colectivo de las mujeres, asociado con la racionalidad,
la argumentación y la lógica. La mayor expresión de esta
complementariedad femenina y masculina, esta en la experiencia emocional, en la cual existe
la búsqueda de “otra mitad” que se ajuste al ánima o al ánimus.
Esto significa que para los hombres la prevalencia en sus acciones,
será racional y argumentativa y para las mujeres emocional y vital, que generan
las posiciones sobre las cuales
gira la experiencia y la relación con el mundo.
Para Jung ( ), ambos sexos poseían cualidades deseables
e indeseables. Las mujeres ejemplifican la crianza y la orientación a las
personas, mientras los hombres son solucionadores de problemas, orientados
hacia la realidad. Lo importante es que cada persona tiene las cualidades
deseables de ambos sexos en su naturaleza. Sin embargo la prevalencia emocional
y racional de la condición femenina y masculina, hace que el afrontamiento de
algunas situaciones vitales, implique niveles de dificultad, lo que limita el
funcionamiento del ánima y el ánimus, con la pérdida resultante de la
sensibilidad, vitalidad y flexibilidad.
Las cualidades del sexo opuesto
presentes en hombres y mujeres son
contrarias al papel establecido y reforzado por la sociedad, por esta razón son
negadas y se mantienen en la sombra. Dentro del proceso de individuación, un
hombre puede ser consciente y expresar sus rasgos de ánima y una mujer sus rasgos de ánimus,
las que generalmente se encuentran en conflicto con nuestro concepto del yo y
son parte esencial de la verdadera naturaleza del individuo.
Con este panorama, ya es
conveniente abordar al hombre y la mujer del Politécnico Grancolombiano, desde
su esencialidad y desde el comportamiento de las estadísticas de atención en
Asesoría Psicológica. Con esto se llegará a proponer un nuevo modelo de ser
humano, más completo y capacitado para hacer frente a los problemas de la vida
diaria.
Hombre y Mujer
En un mundo fragmentado, poco
solidario y cada vez más exigente, el ser humano necesita hacerse más
competente, y especializarse en resolución de problemas muy elaborados, con sí
mismo y con los demás. Tales cosas suponen que cada ser humano logre hacer la
perfecta unión entre sus potencialidades masculinas y femeninas, en el sentido
de ser a la vez fuertes y sensibles, inteligentes y perspicaces, prácticos y
trascendentes, concretos y reflexivos, concientes de sí mismos y de sus
situaciones vitales.
La división tajante y excluyente
de lo femenino y lo masculino ya ha demostrado ser inoperante. El mundo está
cansado de hombres machistas e inflexibles y de mujeres sensibleras y débiles.
No necesita que sean iguales, ni que batallen por la diferencia, sino que se
complementen y se potencien en lo diferente de sus caminos y estrategias.
Por eso, el universitario actual
debe entender que existen muchas formas de asumir la vida, que en la
multiplicidad y en la adaptabilidad de las potencialidades está el secreto de
una vida armónica y coherente.
La teoría, y los datos
estadísticos del Servicio de Asesoría Psicológica avalan que la fragmentación
de la sociedad está dada por simples ideas y representaciones que se sustentan y
refuerzan con cada práctica cultural, sea machista o feminista, lo que pone a
unos a luchar en contra de los otros, a profundizar la diferencia en lugar de
promover la semejanza y las nuevas construcciones de sentido.
En este sentido, el hombre debe
encarnar el engrane entre la racionalidad y la emocionalidad, debe poder
reconocer lo que siente y lo que piensa y poder traducirlo coherentemente en lo
que hace. Debe olvidarse de la existencia de lo femenino como dos mundos
separados.
Como complemento la mujer debe
elaborar formas de canalización de lo emocional que le den la capacidad de
encontrar soluciones rápidamente. Debe reconocerse, no como diferente ni como
igual, sino como complemento necesario del otro, como ser activo para el
mejoramiento de sí misma y de los otros.
En conclusión, el Politécnico
necesita de hombres y mujeres que se puedan comprometer con su desarrollo, ya
no desde su género como una variable excluyente, sino como marca de
autenticidad que los provee de recursos únicos para salir de los problemas.
Referencias
Dicaprio, A. (1994): Teorías de la
personalidad. McGraw hill. México
Gray, J. (1992): Los hombres son
de Marte y las mujeres de Venus. Océano. México
Sagan, D. (1998): ¿Por qué no son
hombres las mujeres? En Revista Summa No. 135.
Ed.
52. Mes de Septiembre. Colombia.
Sinay, S. (1991): Misterios
masculinos que las mujeres no comprenden. Océano. México.
Autor
Justo Andrés Mesa Ortiz
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- Este blog pretende convertirse en un espacio para compartir experiencias educativas con adolescentes y su desarrollo emocional.